
¿Cómo ser asertivos?
Las relaciones humanas son muy complejas, la mayoría de los problemas que traen los pacientes a consulta, y que nos cuentan nuestros familiares y amigos fuera de la misma, tienen que ver con la comunicación (“no me cae bien mi suegra”, “he discutido con mi madre”, “no aguanto a mi hermano” …). Es cierto que en los ejemplos anteriores intervienen muchos otros factores, sin embargo, hoy me interesa centrarnos en la comunicación, los estilos que existen y cómo mejorar nuestra asertividad. La falta de una buena comunicación puede dar lugar a: malos entendidos, toma de decisiones equivocadas y desacuerdos.
¿Qué estilos de comunicación existen?
Quiero que imaginéis un continuo, en el que en un extremo se encontrara el estilo de comunicación inhibido o pasivo y en el otro, el agresivo. Los estilos de comunicación son tendencias a la hora de expresarnos y no siempre estaremos en un polo u otro, si no que adoptaremos ciertos comportamientos de alguno de ellos, de cara a adaptarme a cada situación. Sin embargo, las personas que suelen fijarse en uno de los extremos suelen tener problemas emocionales.
- Una persona en el extremo pasivo utiliza una comunicación verbal dubitativa (“no sé”, “quizás” …), si es que la llega a utilizar, ya que muchas veces no dirá lo que piensa. Esto suele ser por miedo a la reacción del otro o por darle menos peso a sus propios pensamientos que a los del otro. Se caracteriza porque aquí no se expresan los deseos propios, se reprimen y suele estar relacionado con una baja autoestima. Su comunicación no verbal, es decir, lo que expresa mediante el cuerpo, es muy contenida, no se suele mantener el contacto visual, el tono de voz suele ser bajo o entrecortado.
- El estilo agresivo utiliza una comunicación verbal impositiva o dominante, llegando a dar órdenes al otro, utilizando insultos o descalificaciones, faltando al respeto. Sería cuando alguien grita, hace gestos amenazantes e incluso invada el espacio del otro. Se consiguen los objetivos propios sin importar los del otro, llegando a aprovecharse. ¿Conoces a alguien que dice todo lo que piensa y se siente orgulloso de ser honesto?, ¿ese alguien que da su opinión, aunque no se le haya preguntado? Esas personas que dicen todo lo que piensan sin ningún tipo de delicadeza en nombre de la “verdad”. Estarían usando un tipo de comunicación agresiva, ya que pueden hacer muchísimo daño. Claro que es importante ser sincero, pero utilizando un lenguaje respetuoso.
Como consecuencia, ninguno de los dos estilos suele ser efectivo para lograr los objetivos y suele provocar conflictos con los demás.
En el medio de estos dos extremos se encontraría el estilo asertivo. Soy asertivo cuando soy capaz de expresar mis deseos u objetivos de una forma clara, calmada que no dañe al otro. Cuando utilizo un tono de voz tranquilo y gestos suaves que acompañan la conversación, además soy capaz de escuchar al otro y tener en cuenta sus intereses y sus necesidades. Ser hábil o asertivo supone saber comunicarse de manera correcta, educada y sincera.
¿Qué logro siendo asertiva/o?
→ Conseguir mi objetivo específico en esa situación
→ Mantener una buena relación con esa persona.
→ Que la otra persona se sienta bien, siempre que no tenga expectativas inadecuadas.
→ Sentirme bien conmigo mismo.
Vamos a trabajar sobre un ejemplo:
Para visualizar esta información de manera más sencilla. Imaginemos que estamos en un bar y hemos pedido un refresco X, pero por confusión nos traen un refresco diferente.
La persona que se sitúa en una comunicación pasiva, suele tener pensamientos de vergüenza (“igual si digo que me lo cambie le parezco borde”, “¿y si se molesta conmigo? …”), lo que le impide expresarle amablemente al camarero ese cambio. Posiblemente esta persona se beberá el refresco sin decir nada, lo dejará sin hacer comentarios o justificará el no bebérselo con que no tenía tanta sed. No ha mirado su necesidad ni su deseo y se sentirá incómoda consigo misma por no hacerlo.
Por el contrario, una persona que habitualmente se maneje en el otro extremo, es posible que salte de forma airada. En este caso, probablemente la persona consigue que el camarero le cambie el refresco, pero ha generado una situación emocionalmente incómoda tanto para él, como para el camarero y la gente del entorno.
¿Existen otras posibilidades de conseguir nuestro objetivo sin que por ello nos sintamos mal? Evidentemente, hablar con el camarero, amablemente sobre nuestro objetivo: “Disculpe, he pedido un refresco X y este que me ha traído es otro, ¿podría cambiármelo?”
Lo importante será poder “elegir” nuestro comportamiento y adecuarlo al objetivo y a la situación.

Cómo mejorar la asertividad:
Las personas asertivas saben lo que quieren, lo saben pedir, saben decir que no, saben negociar, saben argumentar, desde un lugar de calma y tranquilidad. También saben cómo defenderse sin entrar a tener una comunicación agresiva. Es importante que nos sintamos cómodos con lo que queremos y esperamos, para poder expresarlo sin ofender al otro.
A continuación, tienes algunos puntos a tener en cuenta si quieres practicar la asertividad:
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- Si deseas mantener una comunicación efectiva necesitarás ciertas dosis de humildad: admite tus errores cuando los cometas, pide perdón cuando sea necesario, ten en cuenta la posibilidad de que te puedes estar equivocando, admítelo cuando la otra persona tiene razón.
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- Cuando algún comportamiento te ha molestado párate un momento a pensar qué es exactamente lo que te ha molestado. Cuando tengas las ideas claras explícaselo a esa persona. No te lo guardes para ti o acabarás con una larga lista de rencores acumulados.
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- Ten en cuenta que cada persona entiende las cosas a su manera y que no hay ningún motivo por el que la otra persona tenga que entender las cosas a tu manera.
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- En vez de centrarte en lo equivocada que está la otra persona, en lo injusta que es o en lo mucho que te fastidia su postura, céntrate en el hecho de que lo que sucede es que existe una diferencia entre vosotros y que tendréis que trabajar JUNTOS para resolverla.
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- Escucha al otro, trata de entender su punto de vista (aunque no lo compartas). Si te empeñas en contradecirle o exigir que adopte tu posición, sólo conseguiréis alejaros, mientras que, si muestras un interés sincero y respeto por su punto de vista, tendrás más posibilidades de que te escuche a ti y de que vuestras posturas se acerquen en vez de alejarse («de acuerdo, primero yo escucho tu punto de vista hasta entenderlo y luego tú el mío»).
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- Haz todas las preguntas necesarias hasta entender bien su postura, trata de ponerte en su lugar, averigua lo que siente y asegúrate de que le has entendido exponiendo lo que crees que quiere decir («si no te he entendido mal, lo que estás diciendo es…»).
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- Una vez que os hayáis entendido tratad de buscar tierra común. Por ejemplo, si a ti te gusta gastar el dinero y disfrutar de él mientras lo tengas, pero para la otra persona es muy importante el ahorro, podéis acordar que vais a ahorrar una cantidad predeterminada cada mes y lo que exceda esa cantidad lo podréis gastar en actividades de ocio.
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- Ten en cuenta que a veces los demás pueden no tener claro lo que les pasa. Ayúdales a descubrirlo.
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- No trates de intentar resolver los problemas de los demás antes de haber escuchado y entendido lo que les pasa y lo que sienten. Después, ofréceles tu ayuda o consejo si lo quieren. Ten en cuenta que es posible que sólo quieran tu apoyo y comprensión y no que les resuelvas el problema.
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¿A qué esperas para ponerlo en práctica? 🙂