
¿Qué son las preocupaciones y cómo gestionarlas?
¿Te ha pasado alguna vez que has estado dándole vueltas a algo durante mucho tiempo? Ese algo puede que no tuviese ninguna solución, incluso puede que no hubiese pasado aún ni fuese a pasar nunca.
Las preocupaciones son algo muy habitual en nuestras vidas y, mediante este post, te daré algunos consejos para que puedas gestionarlas mejor.
Primero vamos a ver qué es una preocupación:
Una preocupación es la anticipación de posibles soluciones y alternativas a algo.
Esta definición, a priori, no tiene por qué significar que preocuparse es algo malo ni negativo, porque no lo es y en muchas ocasiones nos ayuda a adaptarnos a los imprevistos de la vida.
¿Cuándo se convierte una preocupación en un problema?
- Cuando nuestra preocupación gira en torno a la ocurrencia de algún peligro futuro que es difícil que ocurra y que no podemos controlar. Martín venía a consulta muy agobiado porque sentía que todas las parejas nuevas que tuviese le iban a traicionar y él se iba a ver solo toda su vida. Vemos en este caso que Martín tiene muchos pensamientos negativos, que le van a generar emociones desagradables.
- A veces, lo que nos preocupa es no poder afrontar esas situaciones que imaginamos que sucederán. No me imagino una vida sin pareja
- Cuando el número de cosas por las que nos preocupamos es excesivo. No llego a fin de mes, igual me echan del trabajo, mi vida en pareja no va bien, mis amigos no quedan conmigo…
- Cuando no podemos dejar de preocuparnos, de repente la preocupación es una constante en tu vida. Siempre existe un tema en el que me quedo enganchado/a. A veces, consigo parar de pensar en ese tema al pasar a otro que también me preocupa. Además, en ocasiones no somos capaces de encontrar una solución o de tomar una decisión y nos quedamos, simplemente, rumiando (dándole vueltas al mismo tema, enganchado/a). No sé si comprarme una casa cerca del trabajo, pero es que la zona de cerca del trabajo no me gusta para vivir, pero los precios son más bajos y hay más colegios, pero no sé si quiero ser padre/madre aún, tampoco sé si seguiré en ese trabajo de por vida…
Es decir, algunas personas le dan vueltas a cosas que son poco probables que sucedan y, si suceden, son más manejables y menos dramáticas de lo que pensamos. A otras personas, lo que les sucede es que tienen preocupaciones de forma constante porque pasan de un tema de preocupación a otro. Siempre se están preocupando por algo. A veces, son expertos en descubrir posibles problemas. Podrían describirse bastante bien con la frase: “¿Qué pasaría si…?”, “¿y si…?»
Dan vueltas y más vueltas o se preocupan con:
- Las posibilidades negativas
- Los errores y equivocaciones potenciales
- Los fracasos y dificultades reales e imaginarios.

Particularidades de preocuparse
A continuación, te voy a pedir que hagas un ejercicio: busca alguna situación en la que te hayas preocupado de forma desadaptativa (como en los ejemplos anteriores). Cuando la tengas, quiero que pienses en qué te ayudo esa preocupación, ¿hiciste algo al respecto del problema?, ¿qué emociones te generó?, ¿pasó algo de eso que estabas pensando o imaginando que ocurriría?
Probablemente lo que ocurrió fue: elaboraste millones de escenarios posibles de aquello que te preocupaba, magnificaste las posibilidades de que saliese mal y, además, no te responsabilizaste ni actuaste (es decir, te quedaste pensando).
Eso es lo que tiene de particular este tipo de preocupaciones, no actuamos, pensamos en exceso, no nos permitimos sentir la emoción que hay debajo de todo aquello y, además, elaboramos una interpretación catastrófica tanto de las alternativas como de nuestra respuesta.
Qué puede causarme
Los síntomas más habituales cuando tendemos a preocuparnos de manera desadaptativa son los siguientes:
- Dolores de cabeza
- Tensión muscular
- Cansancio o fatiga
- Dificultad para concentrarse
- Dificultad para tomar decisiones o pérdida de oportunidades.
- Sintomatología ansiosa (pincha aquí para ver más información)
- Problemas del sueño, tanto para conciliar como para mantenerse dormidas durante la noche.
Quizás te has sentido identificado con algunos, puede que sea porque a ti te suceda algo similar. Observa tu cuerpo y tu mente, de forma que puedas identificar qué te ocurre y puedas comprenderte mejor.
¿Por qué nos preocupamos?
La respuesta a esta pregunta es fácil, ¿qué crees que me respondería Martín?, pues claramente que preocuparse le ayuda a estar alerta y predispuesto por si eso pasa, además, considerará que es útil porque así busca soluciones.
Sin embargo, ¿es esto así?, ¿cuál es la probabilidad de que a Martín sus futuras parejas le sean infieles?, ¿cuál es la probabilidad de que si eso ocurriese se quedase solo de por vida?, ¿realmente pensar en ello le alivia o está anticipando el sufrimiento de algo que quizás no ocurra nunca?
Preocuparse, al fin y al cabo, nos da una falsa sensación de control. Es común pensar que si nos preocupamos estaremos mejor preparados o que si dejamos de preocuparnos por algo es que no nos importa. Tenemos que modificar estas creencias y ver las preocupaciones como una actividad cognitiva que nos desvía de nuestros objetivos: sentirnos tranquilos, eficientes y tomando decisiones que nos dirijan a conseguir lo que queremos.
¿Qué hacer ahora con las preocupaciones?
- ¿Tu preocupación es real?, ¿es posible que se cumpla?, ¿hay alguna posibilidad de que se vuelva realidad?
- ¿La probabilidad es alta o baja?
- ¿Es probable que se vuelva realidad pronto?, ¿muy adelante en el tiempo?
- ¿Puedo hacer algo yo para solucionar ese problema?
Te invito a que eches un vistazo a tus pensamientos y te plantees algunas de estas preguntas. Si sientes que tu preocupación es excesiva e, incluso, obsesiva no dudes en consultar con un profesional que pueda ayudarte de forma más especializada.